El faro de la paz en América Latina / CRHoy.com / Noticias 24/7 / Periódico Digital

Costa Rica se ha erigido como un símbolo de paz y civilismo en América Latina, una tradición que se remonta a la histórica abolición de su ejército en 1948, convirtiéndose en el primer país del mundo en tomar esta decisión. Este acto marcó el inicio de una nueva era de desarrollo social y político, donde el país ha priorizado la inversión en educación, salud y bienestar de sus ciudadanos.
La tradición pacifista de Costa Rica se manifiesta en su Constitución Política, que en su artículo 12 establece que “la fuerza pública no está destinada más que a la defensa de la Patria y la tranquilidad pública”. Esta premisa ha guiado al país a desmantelar su ejército y a proclamar su neutralidad perpetua, activa y no armada, bajo el liderazgo del presidente Luis Alberto Monge en 1983.
El impacto de la abolición del ejército ha sido profundo. Al redirigir los recursos destinados a la defensa militar hacia áreas como la educación y la salud, Costa Rica ha logrado desarrollar indicadores sociales sobresalientes, con una alta esperanza de vida y una tasa de alfabetización envidiable en la región. Asimismo, la neutralidad del país lo ha convertido en un referente para el diálogo y la resolución pacífica de conflictos, albergando sedes de instituciones como la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Universidad para la Paz de las Naciones Unidas.
En un contexto global cada vez más convulso, marcado por conflictos armados y tensiones geopolíticas, la posición de Costa Rica como nación pacifista y civilista adquiere una relevancia aún mayor. Su compromiso inquebrantable con la paz y la no violencia se erige como un faro de esperanza en América Latina, inspirando a otros países a seguir su ejemplo y a abrazar la cultura del diálogo y la convivencia.
Mantener esta tradición pacifista representa un desafío constante para Costa Rica, especialmente ante amenazas como la violencia urbana y el narcotráfico. Sin embargo, la educación en valores de paz y el fortalecimiento de las instituciones democráticas serán fundamentales para preservar este legado y consolidar a Costa Rica como un modelo de desarrollo sostenible basado en la justicia social y la armonía.
En un mundo convulsionado, la voz de Costa Rica como defensora de la paz y la neutralidad se alza con fuerza, recordándonos que la verdadera riqueza de un país reside en su compromiso con el bienestar de su pueblo y su capacidad de tender puentes de diálogo y entendimiento entre las naciones. Que en estas fiestas navideñas, la luz de la paz ilumine los corazones de todos los pueblos, y que el silencio de las armas sea el canto que celebre la vida y la esperanza. Oremos por la reconciliación y el fin de los conflictos en el mundo, para que la humanidad pueda construir un futuro de armonía y prosperidad.
Economista y analista internacional
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Agencia

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